miércoles, 20 de junio de 2012

Cultura vs. cultura


El pasado fin de semana asistí a las dos festejos que conmemoraron el cincuenta aniversario de la plaza de toros de Bilbao. La primera tarde, fresca y desapacible, se celebró la encerrona de Iván Fandiño con toros de diversas ganaderías. Los alrededores de Vistalegre rezumaban tranquilidad, el ir y venir propio de aficionados que acuden a la plaza, los puestos de pipas y demás chucherías en el exterior del coso, podríamos decir que se respiraba total normalidad.

Al día siguiente, el domingo, estaban acartelados Ponce, Padilla y Talavante, lo cierto es que había más ambiente en los aledaños de la plaza más importante del norte que le día anterior. La temperatura cálida y un más que agradable sol no querían perderse el festejo, y adivinen quiénes quisieron sumarse a la fiesta… ¡Los antis! Ruidosos, estridentes a más no poder y ridículos en cuanto a número y discurso, o viceversa.

Ahí había un puñadillo de ellos, con su más que famoso “esta plaza la vamos a cerrar.” Aclaración; la plaza de toros no la cierran ustedes, la cierra la persona que tiene las llaves en su haber, y por supuesto que la cierran, pero hasta agosto que será cuando se celebre la Semana Grande bilbaína.

Otra de sus maravillosas lindezas que pregonaron por sus megáfonos de todo a cien fue “¡sádicos!” He decidido consultar el diccionario de la RAE y define sádico como “perteneciente al sadismo.” Y esta misma fuente reza que sadismo es la “Crueldad refinada, con placer de quien la ejecuta.” Señores antis, ni soy sádica ni practico ningún tipo de crueldad, es más me atrevería a decir que, como la mayoría, soy víctima de muchas crueldades, deténganse a mirar el precio del gasoil o de la vivienda, eso sí es cruel.

Su tan manida y vociferada “la tortura, ni es arte ni es cultura,” dio paso a “esta es la educación que dais a vuestros hijos.” No soy madre, por lo tanto no tengo hijos, se lo aclaro por si tenían alguna duda. Pero sí soy hija y he crecido en una familia de aficionados a los toros, pasé mi infancia viendo toros en la televisión pública y jamás ha florecido en mí ningún tipo de conducta violenta.

Es más, señores antitaurinos, como les digo crecí en el seno de una familia amante del arte de los toros. Me educaron en valores y de ellos quiero destacar uno fundamental que ustedes dudo que sepan escribir: respeto. Respeto a quienes no piensan como yo, respeto al prójimo, respeto a la diferencia y respeto, entre otras muchas cosas, a la cultura. El pasado domingo me di cuenta, una vez más, que su cultura y la mía son bien diferentes, la mía la de ir a disfrutar del arte en un museo con forma circular, la del silencio y la de intentar hacer oídos sordos a sus insultos. La suya se resume muy rápido, su “cultura” en los gritos, en el ruido, el insulto.

Como ven tenemos dos culturas muy distintas, no voy a convencerles de la mía, no merece la pena dudo que tengan tanto la mente como los sentidos preparados para entenderla. Pero por favor, déjenme vivirla, sentirla y disfrutarla en paz.

Lanzo una pregunta; ¿por qué no seguían dando voces cuando los aficionados esperábamos la salida a hombros de Enrique Ponce? A lo mejor tienen miedo de que cuando estemos juntos saquemos nuestros estoques del bolso, junto a las banderillas y les ataquemos. ¡Uy, perdón! Que quienes atacan son ustedes, ¿no fueron sus amigos los que profanaron la tumba de Julio Robles o atacaron la vivienda de André Viard?

3 comentarios:

  1. Estupendo el gran comentario de Santiago, todo lo que dice está tocado con la magia natural del gran escritor y de gran variedad literaria de el amigo Santiago, si tuviera que escoger una frase de todas ellas no sabría por cual decidirme.

    Isabel, gracias por volver.

    Fernando Salmerón

    ResponderEliminar
  2. Fernando, he de decirle que Santiago es un estupendo escritor. De hecho publica rectos con una prosa y una sensibilidad exquisitas.
    Gracias por alegrarse de mi vuelta.
    Saludos

    ResponderEliminar