Llevo unos días viendo a mi madre tomar una serie de fármacos, que le mandó el médico, para un resfriado.
Cada vez que toma el jarabe o el sobre disuelto en agua pone unas caras que estoy segura de que si las pusiera yo, me llevaría una regañina: "Isabel, que no tienes tres años. Deja de hacer el tonto y tómate eso ya." Pero como las madres son madres, los hijos muchas veces tenemos que cerrar la boca porque así estamos más guapos.
A lo que iba, cada vez que le toca su dosis de jarabe, etc, pone cara de que sabe fatal. Y yo me pregunto, de hecho en cierta ocasión se lo pregunté a mi médico de cabecera; ¿Las propiedades curativas de los fármacos están reñidas con el sabor agradable? ¿Por qué cuando eres adulto las medicinas no suelen saber bien? ¡Con lo ricos que estaban el Dalsy y la aspirina infantil!
...Y el Ceregumil y la Kina San Clemente, que simulaba yo no tener gana de comer para que mi madre me diera y me entrara unas ganas de comerrrr. También tomé el "Aceite de hígado de bacalao", que si lo que toma tu madre es de un sabor parecido, comprendo que haga esos gestos y que ponga una cara más desfigurada que un bizco chupando un limón (con todo mi respeto a los bizcos).
ResponderEliminarSaludos cordiales
Jorge Martínez