Sinvergüenzas taurinos

Estoy muy enfadada, no sé si voy a ser capaz de escribir todo lo que tengo dentro, pero ahí voy. Cada día entiendo menos las injusticias del toro.

Un torero triunfa con una corrida en la que le habían anunciado para que se estrellara y contra todo pronóstico, le da la vuelta a la tortilla, se juega los muslos; desarrolla su técnica, se le ve superior a su lote. Todo esto sin ver un pitón en prácticamente un año, el público reconoce su labor y le cree justo merecedor de una de las tres sustituciones disponibles en la Feria. Hasta ahí todo puede ser más o menos “normal.”

Pasan los días y nadie dice nada, César Jiménez corta también un par de orejas, si lo repiten a él es algo justo, se lo ha ganado; pero nadie hace mención de ello. Siguen pasando las tardes de toros en Albacete, no hay triunfos gordos, los aficionados que van a la plaza y se tropiezan con el chico que cortó dos orejas vestido de Rioja y Oro, le paran y le dicen que tienen ganas de que lo repitan, le comentan lo bien que estuvo; incluso cuando torean otros toreros gritan desde el tendido su nombre; tiene ambiente, pero parece ser que eso no sirve.

Siguen pasando los días y una, en este caso yo, se hace ilusiones, ve el transcurso de la Feria y se imagina a Sergio Serrano anunciado de nuevo bien el jueves, o el viernes. Pero nada. Nerviosa al no recibir noticias del torero decido enviarle un sms a ver qué pasa, prefiero no llamarle por si en ese mismo momento lo hace la empresa, y recibo como respuesta que no le han puesto ninguno de los dos días. Mosqueada decido llamarlo por teléfono y me cuenta todo.

Parece ser que el jugarse los muslos, el pasarse los toros por barriga sólo le ha servido para que lo repitan el año que viene, no debe merecerse coger una sustitución, ahora lo que tiene que hacer es disfrutar de su triunfo, eso le han dicho, y estar tranquilo porque el año que viene tiene su puesto asegurado en la Feria. ¿Es justo?

Salir por la puerta grande en las dos únicas corridas que has toreado en tu vida debe ser fruto de la casualidad. Dicen que la suerte es caprichosa, pero sinceramente no creo que tanto. Nadie tiene que contarme cómo estuvo Sergio el pasado viernes, yo lo vi, pero en este momento tengo la impresión de no tener ni idea de toros, de no saber qué es un toro, un capote, un natural, de ser tan imbécil no reconocer cuándo un tío se juega vida. No me las doy de entendida, pero después de llevar toda mi vida viendo toros creo que algo habré aprendido, pues no, ahora mismo me siento como una auténtica analfabeta de la tauromaquia.

Deben saber más que yo aquellos a los que les fastidió el triunfo Sergio Serrano, aquellos que sólo tiene ojos para un torero al que le están poniendo todo en bandeja, aquellos que están mimando a un niñato, algo vulgar que cree ser Manzanares. Un nene con buenos padrinos pero que tarde o temprano encontrará un muro con el que estrellarse. Esos son los que manejan todo esto, esos capaces de corromper la Fiesta con intereses creados, esos que quieren tener todo preparado para el triunfo de determinado torero. Lo siento señores, los toros y el valor no van a quien ustedes quieren.

Desgraciadamente estamos en manos de gente así, ¡qué asco! ¿Para qué sirve el esfuerzo, para qué? ¿De qué sirve estar bien? A algunos no les sirve para nada.

Estoy convencida de que llegará el momento de Serrano y yo estaré ahí para disfrutarlo mientras otros harán oídos sordos y serán incapaces a abrir los ojos y rendirse a la evidencia. ¡Vaya profesionales! ¡Vaya políticos! ¡Vaya empresarios!¡Vaya afición tiene esta gente!