lunes, 23 de agosto de 2010

Tarde de cara y cruz

Anoche me acosté con un sabor agridulce, por un lado estaba pasé la tarde cómodamente en casa disfrutando del gran encierro de Alcurrucén en Bilbao, y por otro esperaba con el teléfono en la mano noticias de Las Ventas.

Disfruté de la imponente corrida de Alcurrucén, pero también me desesperé al ver a un Antonio Barrera por debajo de su lote, no quiso ver a ninguno de sus dos toros, de hecho, me dio la sensación de querer acabar con su primero en el caballo. Es un torero al que respeto, un diestro al que los toros le han dado, pero no me explico que esté en una feria de la importancia de Bilbao y mucho menos consigo explicarme el triunfo de hace un par de días en San Sebastián. Me ampararé en que una mala tarde la tiene cualquiera.

Bolivar tuvo que resolver la papeleta de matar tres toros, su primero fue un toro muy exigente que pedía el carnet, un toro de apostar y tirar la moneda, pero Bolívar no llegó a apostar, a penas ligó muletazos. Lo pasaportó de una buena estocada que le sirvió para recibir una ovación. En el que mató por el malogrado Sergio Aguilar cortó una oreja, sin llegar a acoplarse, todo de uno en uno y sin aprovechar la clase del toro. En el que cerró plaza, un toro para el torero, un toro que pedía sitio e ir obligado en cada pase, un astado al que Bolívar no le cogió el aire, al que le costó entender y con el que no acabó de dar en el clavo para obtener un triunfo muy importante.

Una tarde más Sergio Aguilar, dejó sello de su corte clásico, de su valor seco, de sus ganas y de su firmeza, de la gran clase que tiene como torero y que muchos no acaban de ver. Bien es cierto que en alguna ocasión he dicho que me parecía un torero que siempre ha apuntado pero que no termina de romper. Ayer pasó la línea, echó la muleta abajo, aguantó estoico la cornada que le propinó, toreando con la mano izquierda, el único toro al que se pudo enfrentar, siguió por ese pitón consciente de que el toro estaba con él y no con la muleta y llegó la tragedia, una cornada que me estremeció, me recordó a la de Julio Aparicio el pasado mes de mayo. Afortunadamente hoy las noticias son alentadoras, y deseo y espero su pronta recuperación.

Lo de ayer de Aguilar no fue un acto de cabezonería, a pesar de que un matador de toros retirado lo viese así. Lo de ayer, fue una lección de valor, de pundonor, de valentía, de vergüenza torera, esa que parece ser que algunos la perdieron cuando se cortaron la coleta, ¡qué triste!

La cara de la tarde la viví con las noticas que me llegaban de Madrid, de la corrida del Conde de la Maza; Luis Miguel Encabo, estupendo lidiador y buen torero de corte clásico, dio una vuelta al ruedo de Las Ventas y según me cuentan podía haber sido con un apéndice en la mano. Encabo dio una vuelta, la cual espero sea el retorno de su toreo, de su gusto, de su empaque, estoy segura que así lo será. Ayer volvió a Las Ventas un torero totalmente recuperable, para nada de un matador que debiera engrosar las filas del INEM como ha publicado Cabrera Bonet, ¿cómo se puede escribir semejante barbaridad?¿cómo se puede ser tan osado de faltar al respeto a la terna que se anunció ayer en la primera plaza del mundo?

Espero y deseo, que vuelva el Encabo de siempre, estoy convencida que así será, que vuelva el de la Puerta Grande de Zaragoza, el de Murciano y el que tantas y tantas tardes nos ha hecho disfrutar y ha interpretado el toreo, su toreo, con corridas ásperas y duras a las que muchos son incapaces de dar un pase. ¡Salve Luis Miguel! ¡Salve Encabo!

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