domingo, 8 de agosto de 2010

Ponce, go home!


No soy una Poncista declarada pero siempre me he rendido a la evidencia de su técnica, de su maestría y de esa difícil cualidad de hacer fácil aquello que no lo es. Esta tarde de domingo he ido a disfrutar, o intentarlo, de una corrida del Puerto de San Lorenzo con cara de buena gente unos, con movilidad reducida otros y algunos con la fuerza justa para mantenerse de pie, junto a esta ganadería se las veían, tres toreros no muy de mi agrado, Enrique Ponce, El Fandi y Alejandro Talavante.

El público de Vitoria estaba totalmente entregado y decidió regalarle a Ponce ovaciones a diestro y siniestro, que salía del patio de cuadrillas, ovación, que iba a saltar al ruedo su primer toro, ovación, que saludaba al presidente al inicio de la faena de muleta, ovación también. Incluso le pidieron una oreja por una faena en la que difrenciaria dos partes, una la de la demostración técnica de la ligazón, la despaciosidad y el mimo por el pitón derecho, y la otra, la de la demostración de otra técnica, la de estar más fuera de cacho de lo meridianamente normal, la de arquear sus reales posaderas hasta el punto de romper todo tipo de canon estético, y todo esto, a un toro que iba y venía sin clase alguna y que según la tablilla pesaba 590kg, los cuales sinceramente no acabo de creermelos. En su segundo corrió peor suerte, el toro ni iba ni venía, otro del Puerto sin clase y sin entrega. Me quedo con el Ponce del mimo y de la ligazón; el de la elasticidad para estar fuera del sitio, mejor que se hubiera queado en su casa.

Colocado como una auténtica figura iba El Fandi, quien regaló al público un vistoso recibimiento con el capote, iniciado por una larga en el tercio y seguido por las verónicas de la casa, el público ovacionó al torero cuando llevo el toro al caballo con unas chicuelinas al paso. En banderillas, llegaron de la mano la velocidad y los palos a toro pasado, y cómo no, el público en pie aplaudiendo hasta que sus manos se han quedado rojas. Ya con la muleta vimos al Fandi de siempre, con pocos recursos y probando por ambos pitones. En el que hizo quinto, El Fandi fue ovacionado por su labor en banderillas, con la muleta, el toro se quedó parado, a penas repetía y Fandila decidió abreviar. Desacierto con los aceros en sus dos faenas.

Cerraba cartel Alejandro Talavante, que se las vio de primeras con un toro que no le dejaba recuperar el sitio para el siguiente muletazo, y que le avisó que por el pitón derecho no iba a regalarle ninguna embestida, pasó pues a intentarlo por el izquierdo pero la faena no cogió ritmo, enganchones y fallo a espadas. En el sexto bis, Talavante tuvo aún menos que hacer, el toro era un auténtico marmolillo acomodado en los medios y sin intención embestir.

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