domingo, 3 de abril de 2011

Huele a...¿primavera?

A pesar de que el día de hoy hace honor al refrán "en abril aguas mil," lo cierto es que ya llevamos unos días de primavera; es más, en esta semana el mercurio ha registrado valores más veraniegos que primaverales.
En estos días de sol y aire cálido, han desaparecido abrigos, bufandas y botas. Los muñecos Michelín que andan por las calles en invierno equipados con plumas, gorros, guantes y demás complementos para combatir el frío han desaparecido de la ciudad. Nos hemos quitado las capas de ropa y ahora es cuando nos agobiamos al darnos cuenta de que la barriguita que se disimulaba con nuestro abrigo, pasa a recibir directamente los primeros rayos de sol; llega la operación biquini.
Y es que la primavera la sangre altera, todo el mundo enseña mercancía; los hombres su pelo en pecho, quienes lo tienen, y sus lorcitas, las mujeres lo mismo, lorzas fruto de comer cocido para aguantar el frío, escotes blancos, muy blancos y hombros del mismo color bajo los que se asoma algún pelángano, no es mi caso, pero los hay.
Y en primavera cambian los olores urbanos, desaparece ese olor a frío, para dar paso al del césped recién segado o las primeros brotes de margaritas. Tambien florecen olores corporales disimulados en el invierno por todas las capas de ropa que llevamos encima. Llega el eau de sobac, asqueroso olor que desgraciadamente aguantamos por donde quiera que vamos. Parece ser que hay quienes no conocen el agua y el jabón en ninguna estación del año y es ahora en primavera cuando nuestras pituitarias se reencuentran con ese hedor insoportable.
Antes de la lay antitabaco entrabas a un bar, o a una cafetería y olía a nicotina y ahora huele a cuerpos poco aseados, o más bien nada. Miedo me da que llegue el verano. Desde aquí propongo que se redacte algún tipo de normativa que obligue a los viandantes a mantener una correcta higiene, por ellos y por nuestras narices.

1 comentario:

  1. Pues si esas malas olores se nota por esas preciosas tierras que tienes la suerte de vivir, no te digo nada de las que padecemos los madrileños que vivimos a final de Princesa, son los excrementos de las gaviotas que han dejado su hábitat costera y revolotean por los aledaños del Palacio de la Moncloa.

    Un cordial saludo

    Carlos García

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