jueves, 17 de marzo de 2011

Lo que tengo yo adentro

Si, es el título de una canción de Pereza, grupo que me encanta, pero los tiros no van por ahí.
Me encanta la fiesta de los toros, me parece que mi vida sería muy aburrida sin ella, tendría otras pasiones, pero tan intensas como esta lo dudo.
Como decía, me encanta el arte de los toros, a pesar de que muchos vean en él barbarie, yo veo belleza, valores y aunque suene un poco cursi, me parece una auténtica escuela de vida. No peino canas, de momento, pero si que llevo algunos años en el esportón, los justos para darme cuenta de todo cuanto he aprendido gracias al mundo de los toros.
He aprendido a ver más allá, no soy vidente, me refiero a que a veces, si nos detenemos solo en lo superficial no somos capaces de ver la belleza del interior.
También he aprendido a valorar las cosas. No siempre haces la faena tal y como debieras y te arrepientes en cuanto ves al toro en el arrastre.
La fiesta también me ha enseñado a ser respetuosa y tolerante. Solo hay que fijarse en todos los ataques que ha recibido, y ella, se mantiene firme y hace oídos sordos ante los insultos y descalificaciones.
Tener sueños es algo común en el ser humano, cumplirlos es harina de otro costal. Pero he aprendido que gracias a la perseverancia, si no los cumples te acercas a ellos.
También me he dado cuenta de que, como los toros, todos los problemas tienen su lidia. Hay épocas en las que los toros no embisten, otras en las que te arrean demasiado y tu no estas a la altura, basta con tener confianza y creer en tus posibilidades para acabar poniéndote en el sitio.
A veces, intento comprender las sensaciones de los toreros cuando están en la plaza; es imposible. Estoy segura de que cada uno siente de forma distinta, ¿qué tendrán adentro? Sentimientos, si, ¿pero con qué intensidad los viven? Yo, por ejemplo, vivo a un paso de la alegría y a otro de la angustia las actuaciones de un buen amigo mío. Angustia por lo que se juega y alegría porque a pesar de estar aterrada, escuchar como ruge la plaza y ver su cara de satisfacción me llena, a veces parezco una panoli y no soy capaz de contener la emoción; mis lágrimas hacen surcos sobre mi maquillaje y mis ojos se quedan renegridos por culpa del rímel, ya se que lo ideal seria comprar uno waterproof.
Hay sensaciones que no se pueden contar, hay que vivirlas. Por ejemplo, ayer, viendo al maestro Ruiz Miguel en Hace Falta Valor, me di cuenta de ese algo que tiene en su interior. Una vaca achuchó en demasía a uno de los concursantes, y ahí estaba el maestro, fuera del burladero. Compañerismo, por supuesto, pero tiene que haber algo más para dar ese respingo. No se si son mariposas en la barriga, puñetazos o qué, pero anoche me di cuenta de que necesito saber lo que tengo yo adentro.

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