lunes, 21 de marzo de 2011

El Juli sienta cátedra en el Arnedo Arena

La tarde de ayer en el Arnedo Arena, fue para disfrutar el toreo y para sentirse orgulloso de ser aficionado a los toros. Abrió cartel El Juli con un ejemplar de Santiago Domecq. Un toro noblote con el que El Juli sentó cátedra, con una faena basada en ambos pìtones, por el izquierdo firmó preciosos muletazos largos, por la diestra en de Domecq tenía menos recorrido, pero el de Velilla de San Antonio a base de técnica y mucha torería regaló al respetable todo aquello que llevaba el burel en su interior. La estocada, hasta la bola. Cortó dos orejas.
Diego Urdiales fue el único diestro que hizo el paseíllo sin descubrirse. La fortuna, no quiso sonreírle con el que era su único ejemplar. A pesar de ponerse en el sitio e intentar hacer faena, el de Torrestrella acusó falta de casta. Regaló el sobrero, un ejemplar de Guadalmena al que cuidó mucho. Era un toro de medios pases, pero Urdiales a base de “sobarlo” y hacer todo a su favor consiguió alargarle la embestida. Toreo de zapatillas asentadas, la firma de Urdiales. Paseó una oreja.
No vi a Manzanares. Cierto es que el de Garcigrande no fue un toro con transmisión. Fue un toro que no bajó la cara y Manzanares no la dio. ¿Dónde se metió el Manzanares de hace unos días en Valencia? Cortó una oreja gracias a la estocada.
Perera se las vio con uno del Capea, con una embestida un tanto bobalicona. Lanceó a la Verónica y comenzó la faena de muleta en el platillo con sus característicos cambiados por la espalda. Un inicio que puso a parte del respetable en pie quien no paró de jalearle durante toda la faena a la para que cantaban el pasodoble del Zapato de Oro. A pesar de ello, le faltó acoplarse. Cortó dos orejas gracias a los arrimones y a la banda de música.
Talvante fue a Arnedo a ver la cubierta, lo de torear lo dejó para otra ocasión. Había que hacerle bien las cosas al de Daniel Ruiz y Talavante, no acabó de cogerle el aire. Toreó desalmado y sin convicción. Oreja en señal de agradecimiento por hacer el paseíllo en el Arnedo Arena.
¡Cayetano, guapo! Coreaban féminas enfervorecidas, entre las que por cierto no me encontraba yo. Eligió un toro feote de Garcigrande. Pero  el feo tenía buen fondo, era una perita en dulce, embestía y Cayetano no quiso torear. Muletazos de rodillas sin ton ni son, sin ritmo, sin temple. Faltó cabeza. Una oreja por ser guapo, o eso dicen, y petición de la segunda que, afortunadamente, la presidencia no concedió.

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