miércoles, 3 de noviembre de 2010

Hasta siempre Adrián.


Ayer no podía creerlo, no quería leer el mensaje que me llegó al Facebook, pensaba que no era cierto, que era una equivocación, entré en los portales taurinos y la fatal noticia se confirmaba. ¿Por qué Adrián, por qué te has apagado?¿Por qué has hecho esta mañana tu último paseíllo junto a todos tus seres queridos?

No es justo, el mundo del toro no lo es y las enfermedades mucho menos, y a ti te tocaron dos injusticias, tu accidente y sus secuelas, también lidiaron con ellas tu esposa y tu hijo, ese que soñabas abrazar, ese que tenías en la mente durante cada sesión de la dura rehabilitación que soportaste, tu meta no era torear, sólo era poder abrazarlo, algo tan simple y tan complicado a la vez.


No te conocía, nunca hablé contigo pero te tenía un gran afecto; recuerdo aquel festival en tu honor celebrado un uno de marzo, cierro los ojos y me embarga la emoción, te veo en el ruedo rodeado de todos tus compañeros, esos que tanto te querían, esos con los que soñabas toros y faenas cuando eras un crío que iba a la escuela.


Siento mucho que te hayas ido, de verdad, lo siento por ti, por tus ganas de vivir, por tu familia y especialmente por tu mujer y por tu hijo. Espero que la familia taurina no los deje solos, los cuide y les tienda la mano para seguir adelante, para afrontar tu pérdida.


Hasta siempre Adrián, que seas feliz allá dónde estés, seguro que hablarás de toros y que estarás pendiente de echar un capote a tus compañeros cuando se encuentren en situaciones comprometidas.


Gracias por enseñarnos qué es luchar. DEP.

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